Aparentemente, un concepto muy acertado. Pues en cada nueva feria de la especialidad el comercio pedía más y más. Por aquel entonces, se consideraba una ley no escrita el que la joyería en plata debía presentarse sin nombre. Los compradores en las ferias sólo veían los nombres de las marcas en forma de marcas comerciales que el cliente final nunca llegaba a conocer. En esta situación a finales de los 80, Thomas Sabo tomó una decisión que tuvo una gran repercusión: entrar en el mercado con una marca propia.
A principios de los 90, Thomas Sabo logró incorporar a su equipo a la diseñadora Susanne Kölbli como Directora Creativa. Con su prolífica cooperación, han conseguido apasionar cada vez a más joyeros y a sus clientas por la marca THOMAS SABO. Con un especial sentimiento por la materia, su amor al detalle y ese gran olfato para el diseño y el reconocimiento de tendencias, entre los dos dieron a todas las colecciones futuras un estilo propio y a la marca una imagen inconfundible. No sólo crearon un nuevo estilo – también un segmento de mercado completamente nuevo.
Ratificada y estimulada por esta historia continua de éxitos, la empresa THOMAS SABO decidió crear en los años noventa sus propias tiendas THOMAS SABO. Sucesivamente, fueron inaugurándose otros establecimientos de lujo, shop-in-shops y agencias de venta en muchos países en Europa, Asia y América.
La marca exclusiva para los iniciados del fashion se ha convertido hoy en día en una marca fuerte, internacional y reconocida.
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